Estimados lectores,
Te deseo un bendecido tiempo de Adviento. Una palabra del apóstol Pablo debería acompañarte en estos días de Adviento:
En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación.
Carta a Tito 2,11
Conozco gente a la que no le gusta nada esta época previa a la Navidad. Para ellos, el Adviento y la Navidad sólo significan estrés. Tener que volver a comprar regalos para la familia, para los parientes, para los amigos. Porque ¿qué sería de la Navidad sin regalos? Pero a algunas personas esto les provoca líneas de preocupación en la cara. ¿Tengo que trabajar en otra larga lista de deseos? ¿Y luego ver las caras de decepción cuando no he dado el regalo adecuado, o quizás no el suficiente?
La razón por la que nos hacemos regalos es porque nos queremos. Hacemos un regalo porque queremos a la otra persona. Hacemos un regalo para hacer feliz a la otra persona. Ese es el verdadero significado. Queremos dar alegría a otra persona a la que queremos.
La Navidad debe ser alegría, no estrés. Porque Dios nos da a los seres humanos una gran alegría. En el nacimiento de Jesús, un ángel dijo (Evangelio de Lucas 2,11): “Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo.” ¡Grandiosa alegría! No era el plan de Dios causarnos estrés en Navidad, ¡al contrario! Debemos alegrarnos del nacimiento del Mesías: “Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor.“
El nacimiento del Mesías Jesús, ¡es la gracia de Dios! Dios nos deleita con esta gracia. La palabra griega para gracia es "charis". Y este "charis" significa bondad, beneficio. La gracia es la bondad de Dios. Jesucristo es esta bondad de Dios. Él es este beneficio de Dios para nosotros. En Navidad, Dios nos regala su gracia bondadosa y benéfica en su Hijo Jesús.
Este gozoso regalo de Dios es la curación. Sana el alma. Sana mi relación con Dios y con mis semejantes. Este regalo nos trae la salvación. ¡Jesucristo es nuestra salvación! Quiere salvar a todo ser humano del poder del pecado con su bondadosa gracia. Quiere salvar de este poder oscuro que agarra el alma del hombre como con un puño de hierro.
Jesucristo libera nuestra alma. Sólo Jesucristo puede liberarlo. Libera el corazón duro y amargado. Sólo Jesucristo libera el corazón de la contienda y la discordia. Sólo Jesucristo libera de los pensamientos feos y malos. Sólo Él trae esta gracia curativa. Esto es motivo de gran alegría.
Con su gracia, Dios quiere hacer un regalo a cada ser humano. No importa en qué continente vivamos, si somos ricos o pobres, ni el color de nuestra piel. Jesucristo es el regalo de Dios para cada ser humano en esta tierra. Dios promete esta gracia a todas las personas. Para que la alegría eterna llegue a todos los corazones.
¡Te deseo que puedas experimentar esta alegría! Cuando Jesucristo trae su alegría, su paz en el corazón de una persona, entonces ese es el mayor regalo que se puede recibir en la vida. Permítase esta gracia (aunque quizás no esté todavía en su lista de deseos). No le decepcionará. Pide a Dios este don de la alegría.
Gracias por escucharme. Que Dios bendiga tu temporada de Adviento. Que te bendiga con su gracia sanadora. Que te proteja en espíritu, alma y cuerpo.