15 de mayo de 2022

 

Pilato tomó entonces a Jesús y mandó que lo azotaran. Los soldados, que habían tejido una corona de espinas, se la pusieron a Jesús en la cabeza y lo vistieron con un manto de color púrpura. —¡Viva el rey de los judíos! —le gritaban, mientras se le acercaban para abofetearlo. Pilato volvió a salir. —Aquí lo tienen —dijo a los judíos—. Lo he sacado para que sepan que no lo encuentro culpable de nada. Cuando salió Jesús, llevaba puestos la corona de espinas y el manto de color púrpura. —¡Aquí tienen al hombre! —les dijo Pilato. Evangelio de juan 19, 1 - 5

 

Estimados lectores,

 

El sufrimiento de Jesús ha terminado, pero el sufrimiento de innumerables personas continúa hoy. Al igual que entonces, hoy experimentamos que la gente maltrata brutalmente a sus semejantes. Los derechos humanos son ignorados. El derecho fundamental a la vida y a la libertad es pisoteado. Actualmente en la guerra de Ucrania, pero también en las numerosas guerras y puntos conflictivos de todo el mundo. Y en estados donde los derechos humanos son una palabra extraña.

 

La Biblia nos muestra lo inhumana que puede ser una persona. Los soldados romanos disfrutan de su humillación. Indefenso, el Hijo de Dios Jesús se presenta ante ellos. Pierden todas las inhibiciones. Le infligen dolor con una corona de espinas. Le golpean en la cara. Le escupen. No respetan la vida de otro. No respetan a Dios, el Creador de la vida.

 

En el relato de la creación, Génesis 1:29 dice:

 

Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó. Génesis 1:29

 

¿Seguimos siendo conscientes de que nuestros semejantes son criaturas de Dios, creadas por Dios y amadas como nosotros? ¿Tratamos a nuestros semejantes con respeto y aprecio? ¿O abusamos de ellos física o mentalmente, con palabras y con hechos?

 

Ante Pilato está Jesucristo. El apóstol Pablo dice de él en 1 Timoteo, cap. 2, 5:

 

Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.

 

Jesucristo es el verdadero ser humano como Dios quiere que sea: lleno de amor por sus semejantes. No encontramos ninguna medalla en su pecho. No lleva ninguna medalla al mérito por curar a los enfermos, por alimentar a los hambrientos. No lleva ninguna medalla por la misericordia que tuvo con los débiles y los que sufren.

 

No, Jesús no recibió ninguna medalla por su humanidad. Fue brutalmente crucificado. Al hacerlo, asumió toda la culpa para reconciliarnos con Dios. Quien se acerca a él recibe una nueva perspectiva sobre sus semejantes. Pueden llegar a ser lo que Dios quiere que sean: humanos. Una imagen del Dios amoroso y misericordioso.

 

Te invito a una oración:

 

Jesucristo, contigo puedo ver cómo debo vivir. Dame un corazón que vea en mi prójimo una criatura de Dios. Evita que mire a los demás con orgullo. Guárdame de la tentación de querer gobernar a otras personas. Guárdame del pecado de la violencia hacia mis semejantes. Que nadie sufra por mí. Perdóname cuando haya herido, maltratado o humillado a otros con palabras u obras.

 

Con los cristianos de este mundo, rezo por mis semejantes agraviados. Rezo por todos los que tienen que sufrir la violencia. Rezo por la paz en este mundo y por el fin de la guerra en Europa. Tengan piedad de nosotros. Amén.

 

Gracias por escuchar y rezar conmigo. Que Dios te bendiga y te guarde en espíritu, alma y cuerpo.

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