1 de febrero de 2025 

Evangelio de Juan 1, 47 - 50

Bajo la higuera

 

Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba, comentó: —Aquí tienen a un verdadero isra elita, en quien no hay falsedad.—¿De dónde me conoces? —le preguntó Natanael. —Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto.—Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! —declaró Natanael.—¿Lo crees porque te dije que te vi cuando estabas debajo de la higuera? ¡Vas a ver aun cosas más grandes que éstas!

 

Queridos lectores,

 

desgraciadamente no tengo una estampa de una higuera para mostraros. Así que hoy me gustaría mostrarles un sello griego con un hermoso olivo crecido. 

 

El texto bíblico de hoy trata de un árbol. Un hombre llamado Natanael estaba bajo un árbol. Tal vez estaba sentado a la sombra del árbol y comiendo alguna fruta. Tal vez estaba apoyado relajadamente contra el tronco del árbol y pensando en lo que quería hacer ese día. En cualquier caso, Jesús ve a este hombre incluso antes de que ambos se encuentren. Jesús ve el lugar donde se aloja Natanael. Después de dejar el árbol, Natanael se encuentra con Jesús. Este encuentro lo convierte en discípulo de Jesús.

 

Esta historia me muestra dos verdades espirituales:

 

En primer lugar: Jesucristo nos ve exactamente donde estamos. En su divina omnipotencia, ningún lugar le está oculto. No importa bajo qué árbol, bajo qué tienda o bajo qué techo vivamos, nadie puede escapar a su mirada divina. A los que niegan a Dios, esto puede hacerles sudar la frente de miedo. Para los santos, les llena de profunda seguridad y paz interior. A mí me consuela que Jesús me ve, aunque en ese momento no sienta su presencia. Él me vigila. Eso me reconforta.

 

En segundo lugar, ¡el encuentro con Jesucristo lo cambia todo! Un incrédulo como Natanael se convierte en una persona que reconoce a Jesús como el Mesías. Natanael da testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios. Tales puntos de inflexión en la vida de una persona han existido y siguen existiendo hasta el día de hoy. Sin embargo, no está en nuestras manos realizar este milagro de volverse hacia Dios. Sólo Jesús mismo puede tocar a una persona de tal manera que su duro corazón se llene del amor de Dios. Sólo Jesús, la luz del mundo, puede inundar una vida con su gloria.

 

Te deseo, querido lector, este maravilloso encuentro con Jesús. Te deseo esta agradable certeza de que Jesucristo ve el lugar donde estás o necesitas estar. Tal vez sea un lugar de alegría y paz. Tal vez sea también un lugar de dolor y lágrimas. Dondequiera que estés, Jesucristo está cerca de ti con Su amoroso cuidado. ÉL te ve. ÉL ve tu corazón. ÉL quiere conocerte.

 

Espero tu visita el 15 de febrero de 2025. Que Dios Todopoderoso te bendiga y te proteja en espíritu, alma y cuerpo. Que seas confiado a Su amor.

Druckversion | Sitemap
© 2025 Free