15 de enero de 2025

Jesús busca al Padre

 

Los padres de Jesús subían todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, fueron allá según era la costumbre. Terminada la fiesta, emprendieron el viaje de regreso, pero el niño Jesús se había quedado en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta. Ellos, pensando que él estaba entre el grupo de viajeros, hicieron un día de camino mientras lo buscaban entre los parientes y conocidos. Al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 

 

Evangelio de Lucas capítulo 2, 41 - 46

 

Queridos lectores,

 

Imaginad esta situación: perdéis a vuestro hijo mientras estáis de viaje. Ha desaparecido de repente y lo buscáis aterrorizados. Eso debió de sucederles entonces a María y a José. No hubo ninguna operación policial a gran escala. Ningún helicóptero lo buscó. Ningún perro rastreador captó su olor. No fue un idilio de sello postal, sino puro estrés.

 

Imagino que esta situación fue una experiencia terrible para María y José. ¿Se hicieron reproches? ¿Enviaron al cielo una oración tras otra sin interrupción? ¿Cómo habría reaccionado usted, querido lector, en una situación semejante?

 

Por fin encuentran a su hijo. Jesús, de doce años, discute con los eruditos en el templo. Pero la madre no está orgullosa de Jesús. No le alaba, sino que le reprocha:

 

«¡Niño!», le dice su madre. «¿Cómo has podido hacernos esto? Tu padre y yo estábamos terriblemente preocupados. Te buscábamos por todas partes». (versículo 48) Lo que Jesús dice a continuación muestra su verdadera identidad. Él es el Hijo de Dios: «¿Por qué, pues, me buscabais? ¿No sabíais que debo estar en la casa de mi Padre?».

 

Ése es su destino, aunque María y José aún no lo comprendan. Busca al Padre que está en los cielos. Quiere estar con él. Pero entonces Jesús se somete a ellos. Les fue obediente, dicen. Se adapta a su familia. De este modo, también cumplió el mandamiento de honrar a sus padres.

 

Tengo la impresión de que ambas partes tuvieron que aprender aquí: María y José tienen que aprender que Jesús no es un niño «normal», sino el Hijo de Dios. Tienen que aprender a desprenderse de este hijo. Es el Mesías. Y el joven Jesús tuvo que aprender a encajar en su familia terrenal y a tratar a sus padres con amor y respeto. Probablemente fue un proceso doloroso, pero al fin y al cabo curativo, para ambas partes.

 

¿Qué puedo aprender de esta historia? Como cristiano, quiero tratar a mi familia con respeto y amor, especialmente a mis padres. No quiero hacer nada que pueda causarles dolor emocional. Al mismo tiempo, quiero buscar siempre el camino hacia el Padre que está en los cielos. Siempre quiero estar donde se encuentra el Padre celestial. Quiero estar con él en la oración, en los servicios de la iglesia, en la comunidad cristiana. De este modo, la vida espiritual y la terrenal pueden unirse armoniosamente y convertirse en una bendición para los demás. 

 

Os deseo la bendición de Dios y espero veros el 1 de febrero de 2025.

Este texto ha sido traducido con la ayuda de DeepL (versión gratuita). Lamentablemente, no puedo garantizar la exactitud de la traducción.

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