1 de agosto 

 

Salmo de David.

 

1 El SEÑOR es mi pastor, nada me falta.

2 En verdes pastos me hace descansar, y me guía junto a arroyos tranquilos.

3 Me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia, por amor a su nombre.

4 Aun cuando atraviese el negro valle de la muerte, no tendré miedo, pues tú irás siempre muy junto a mí. Tu vara de pastor y tu cayado me protegen y me dan seguridad.

5 Preparas un banquete para mí, en presencia de mis enemigos. Me recibes como invitado tuyo, ungiendo con perfume mi cabeza. ¡Mi copa rebosa de bendiciones!

6 Tu bondad e inagotable generosidad me acompañarán toda la vida, y después viviré en tu casa para siempre

 

 

Queridos lectores,

 

Los sellos de hoy muestran los oscuros valles que algunas personas tienen que atravesar en la vida. El sello de la izquierda muestra lo importante que es el cribado del cáncer. El sello del medio muestra simbólicamente a un niño por el que los padres luchan. Y el sello de la derecha conmemora la muerte de los soldados que tuvieron que morir en las dos guerras mundiales. 

 

El cáncer, los matrimonios rotos y los hijos traumatizados o la muerte (violenta) de un ser querido transforman bruscamente el camino de la vida en oscuridad. David habla del "valle de sombra de muerte". Una oscuridad impenetrable cubre el alma y los pensamientos. 

 

David no responde a la pregunta "¿por qué? Comparte con el lector en pocas palabras su experiencia de que esos tramos oscuros del camino también pueden formar parte de una vida con Dios. Dios no había librado a David de estas amargas experiencias. En todos los tiempos, la gente ha tenido que pasar por esos "valles oscuros", por fases dolorosas de la vida. 

 

Sin embargo, David sigue confiando en sí mismo. No teme el desastre porque el buen pastor permanece con él. Aunque ya no pueda ver bien al pastor en la oscuridad, siente "la vara y el cayado" muy cerca de él. Eso le reconforta.

 

Recuerdo una situación en mi vida en la que sólo podía rezar el Padre Nuestro. No encontraba más palabras. Entonces esta oración se convirtió en mi "vara y bastón" que me consolaba. En la angustia más profunda, el grito "¡Señor, ayúdame!" puede convertirse en vara y cayado a los que me aferro. Así gritó Pedro cuando se ahogaba (Evangelio de Mateo 14, 30). Así gritó la madre cuya hija estaba mal afligida (Evangelio de Mateo cap. 15, 21 s). Ambos fueron ayudados por el buen pastor Jesús. Nunca quedó defraudado quien acudió a Jesucristo con su necesidad.

 

Jesucristo quiere penetrar todas las tinieblas con su luz. Él dice (Evangelio de Juan cap. 8, 12): "—Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Esta luz nos acompaña en la vida y también en la muerte. Alguien dijo: "Nunca se puede caer más bajo que en las manos de Dios".

 

Cuando estés muy necesitado, confía en Jesucristo. Él oye tus gemidos. Él ve tus lágrimas. Él conoce tu sufrimiento. Deseo que experimentes su consuelo. El apóstol Pablo nos recuerda que la muerte no tiene la última palabra (2 Timoteo 1:10): “…. y ahora lo ha revelado con la venida de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien destruyó la muerte y sacó a la luz la vida incorruptible mediante el evangelio.” 

 

Te deseo que nuestro Salvador Jesús llene tu corazón de su calor. Que Dios os bendiga. Que os dé su paz.

 

Gracias por escucharme. Os invito cordialmente al próximo devocional con sellos el 15 de agosto con el Salmo 23, versículo 5. Hasta entonces, os deseo que Dios os bendiga y os conserve en espíritu, alma y cuerpo por medio del buen pastor Jesús.

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