1 de septiembre de 2023

 

Salmo de David.

 

1 El SEÑOR es mi pastor, nada me falta.

2 En verdes pastos me hace descansar, y me guía junto a arroyos tranquilos.

3 Me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia, por amor a su nombre.

4 Aun cuando atraviese el negro valle de la muerte, no tendré miedo, pues tú irás siempre muy junto a mí. Tu vara de pastor y tu cayado me protegen y me dan seguridad.

5 Preparas un banquete para mí, en presencia de mis enemigos. Me recibes como invitado tuyo, ungiendo con perfume mi cabeza. ¡Mi copa rebosa de bendiciones!

6 Tu bondad e inagotable generosidad me acompañarán toda la vida, y después viviré en tu casa para siempre.

 

Querido lector,

 

El Salmo 23 termina con promesas maravillosas. La bondad de Dios, su misericordia, su amor permanecen conmigo. Me acompañan durante toda mi vida. Y tengo ante mí una meta gloriosa: la comunión eterna con Dios.

 

El sello de Suiza me parece apropiado. Simbólicamente, me muestra la vida humana en forma de reloj de arena. La vida corre como un reloj de arena. Encima hay un sol brillante. Para mí, simboliza la eternidad, que ilumina nuestra existencia humana con su halo de rayos.

 

David ha llegado al final del camino de su vida con su buen pastor. Dice: "Sólo la bondad y la gracia me seguirán todos los días de mi vida". No habla de sus éxitos. No habla de sus riquezas. No se da orgullosas palmaditas en la espalda y dice: "¡Bien hecho! ¡Sigue así! No, sólo la bondad y la gracia de Dios deben determinar su futuro camino. Eso es lo que le importa.

 

¿Qué nos sigue en el viaje de nuestra vida hacia la eternidad? ¿Qué nos acompañará mañana y pasado mañana hasta alcanzar la meta de nuestra vida? O mejor preguntado: ¿QUIÉN nos acompaña en el camino que aún nos queda por recorrer? ¿Caminamos solos, o nos confiamos al buen pastor Jesús?

 

Quien lee la biografía de David no descubre un mundo ideal. Vemos a un hombre que, por un lado, fue bendecido por Dios y, con su ayuda, pudo hacer grandes cosas. Por ejemplo, era un músico y compositor dotado. También fue un valiente luchador. Pero también fue un gran fracasado. Cometió un terrible adulterio e incluso se convirtió en asesino (2 Sam. 11). Tuvo que huir de su hijo Absalón. Cuando Absalón fue asesinado, su padre David lo lloró con gran dolor (2 Sam. 18).

 

Al final de su vida puede decir (2 Sam. 23, 2 - 4):

 

»El Espíritu del Señor habló por medio de mí; puso sus palabras en mi lengua. El Dios de Israel habló, la Roca de Israel me dijo: “El que gobierne a la gente con justicia, el que gobierne en el temor de Dios, será como la luz de la aurora en un amanecer sin nubes, que tras la lluvia resplandece para que brote la hierba en la tierra.”

 

David sospecha que él no era este hombre justo. Pero fue un precursor de este hombre justo (ver Evangelio de Mateo 1:1) Jesucristo es este gobernante justo. Él es como la luz de la mañana, cuando termina la noche y sale el sol en el claro cielo azul. Cuando la lluvia refrescante hace florecer de nuevo la creación.

 

Es la bondad y la misericordia de Dios si podemos completar el viaje de nuestra vida con este atisbo de eternidad. Cuando nosotros también podamos decir: "Vuelvo a la casa del Señor para siempre". He llegado a mi destino. Me quedo con Dios para siempre. ¡Eso es bondad y gracia!

 

Que Dios bendiga tu viaje por la vida. Que te permita experimentar su bondad y su misericordia en cada nuevo día.

 

Gracias por escucharme. Les invito cordialmente al próximo devocional con sellos el 15 de septiembre. Hasta entonces, les deseo la bendición y la protección de Dios en espíritu, alma y cuerpo por medio del Buen Pastor Jesucristo.

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