15 de agosto de 2025

Nehemías 8, 10

Motivo de alegría

 

No estén tristes, pues el gozo del Señor es nuestra fortaleza.

 

Estimado lector,

 

El sello de hoy de Vietnam muestra a un atleta. Sostiene una barra por encima de la cabeza con los brazos extendidos. Eso requiere mucha fuerza y entrenamiento. 

 

El texto bíblico de hoy viene de Nehemías, un líder fuerte. Tuvo la visión de reconstruir los muros de Jerusalén, que habían sido destruidos por la guerra. Con mucha confianza en Dios, valor y energía, pudo llevar a cabo su plan. Su informe es una lectura fascinante.

 

La culminación del proyecto fue un gran servicio festivo. El profeta Esdras leyó la ley que Dios había dado a su pueblo. El pueblo por fin volvió a escuchar la palabra de Dios después de mucho tiempo. Les conmovió profundamente. Estaban tan conmovidos que lloraban. Se dieron cuenta con dolor de lo grande que se había hecho la distancia entre ellos y el Dios santo.

 

Pero Nehemías no quiere luto, que agobia a todos como una pesada carga. Deben regocijarse en la bondad de Dios. Deben regocijarse en la bondad de Dios. Por eso llama a todos: «No se angustien, porque la alegría de Yahveh es su fortaleza». Deben volver a ser fuertes emocionalmente a través de su alegría en Dios. La alegría por la bondad de Dios da nuevas fuerzas al alma.

 

La alegría en Dios Padre y en Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor, es muy importante. Podemos alegrarnos de que Dios sea clemente y misericordioso. Podemos alegrarnos cuando la palabra de Dios toca nuestros corazones. Podemos alegrarnos cuando vemos actuar al Espíritu Santo.

 

En su parábola del hijo pródigo, Jesús nos cuenta cómo el hijo volvió a casa con la cabeza gacha. Fracasado, desanimado, deshonrado. Pero el padre se alegró. No porque el hijo fuera tan desgraciado, sino porque podía volver a tener en sus brazos a su amado hijo. Lleno de alegría, gritó: „Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado.”¿Qué ocurrió entonces? „Así que empezaron a hacer fiesta.“ (Evangelio de Lucas 15, 24). 

 

Espero que puedas experimentar esta alegría celestial. Alégrate hoy en la presencia de Dios. Alégrate hoy y siempre en el amor de Dios. Porque Dios se alegra cuando escuchas su palabra. Dios se alegra cuando acudes a él en oración. Dios se alegra cuando eres su hijo. Él te ama.

 

Gracias por visitarme y escucharme. Que Dios llene tu corazón de su alegría y te haga fuerte en la fe. Espero verles de nuevo en el próximo sermón breve, el 1 de septiembre de 2025.

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