Semana Santa 2022
—Me voy a pescar —dijo Simón Pedro. —Nos vamos contigo —contestaron ellos. Salieron, pues, de allí y se embarcaron, pero esa noche no pescaron
nada. Al despuntar el alba Jesús se hizo presente en la orilla, pero los discípulos no se dieron cuenta de que era él.
Evangelio de Juan 21, 3 + 4
Estimados lectores,
El sueño ha terminado. Jesús ha sido crucificado, ha muerto y ha sido enterrado. Y con Jesús, la esperanza de los discípulos ha muerto y ha sido enterrada. La esperanza de que algo nuevo y grande pueda comenzar. La esperanza de que el mundo pueda ser diferente. Podría ser mejor, más justo. ¿Y qué hacer? Peter ve con bastante realismo lo que hay que hacer ahora: volver al trabajo. No hay alternativa a esto. No habrá más multiplicación milagrosa del pan. Jesús no volverá a convertir el agua en vino. Entonces, ¿qué hay que hacer? ¡Trabajo! ¡Existencia segura! Volver a la vida cotidiana. El sueño de Jesús se acabó.
"Cuando un sueño muere, nada es peor que la sensación de pérdida y el miedo a no saber si algo reemplazará ese sueño" (James B. Scott). Ante mis ojos veo a Pedro y a los demás de pie en la barca, en silencio, con sus pensamientos inmóviles con Jesús y llenos de dolor por su muerte. Es la noche del dolor y la desesperanza. Es la noche del trabajo inútil. Están paralizados por el miedo a las muchas noches que se avecinan. Es el miedo a la inutilidad de la vida.
Pero, de repente, Jesús está de pie en la orilla. ¡El Resucitado está ahí! Jesús ha vencido a la muerte. Vive. Vive imperecederamente, eternamente. La muerte no pudo retenerlo. Ha superado la muerte. La muerte no tiene poder sobre él. Pero los discípulos aún no se dan cuenta. Siguen viviendo en el pasado. El futuro sólo amanece lentamente, como una mañana fresca en la que el sol sale por fin en el horizonte.
¿Qué hace Jesús? Primero lleva a su pueblo a su presencia. Se recoge donde están ahora mismo en su crisis vital. Pregunta después del desayuno: "Niños, ¿no tenéis nada que comer?" Jesús no da un largo sermón sobre la muerte y la resurrección. Jesús resucitado se limita a preguntar qué les falta a sus hijos. Por "hijos" se dirige a ellos. Porque Él cuida de ellos como un padre, como una madre. Sabe lo que estos hombres necesitan ahora después de esta larga y desolada noche.
Luego les hace experimentar concretamente que ha resucitado y está vivo. Él les muestra todo su amor y cuidado en esa mañana de Pascua. Deben echar la red una vez más, como lo hicieron entonces. Y de nuevo se produce el milagro: vuelven a pescar un montón de peces. Ahora entienden quién está ante ellos: ¡Jesús, el Señor resucitado! Así que Jesús cura su dolor. Jesús cura las almas heridas y las lleva de vuelta a su comunidad. Él está y permanece siempre con ellos. ¡Esto es Pascua!
Cristo resucitado conoce nuestras noches de angustia y nuestras preguntas sin respuesta. Él conoce nuestras dudas y desesperanzas. Pero Él nos recoge a cada uno donde estamos en ese momento. Nos lleva a su presencia amorosa. Él cuida de nosotros como los padres cuidan de sus hijos. Jesús vive y está muy cerca de nosotros, aunque no podamos verlo. Pero sólo está a una oración de distancia. Pregunta cómo estamos. Y se nos permite decírselo. Tenemos motivos para alegrarnos y agradecer que nos escuche. ¡Él quiere ayudar!
Para Pedro, este encuentro con Jesucristo resucitado y eternamente vivo es un punto de inflexión. Esa noche oscura y sin sentido ya no se repetirá. Pedro se convierte en "pescador de hombres". Pedro recibe el encargo de construir la iglesia. El pescador abatido y desanimado se convierte en un apasionado hombre de Jesús.
¿La alegría de la resurrección también toca tu corazón? Lo deseo para ti, para que experimentes la alegría de la Pascua.
Te invito a una oración:
Señor Jesucristo, has vencido la muerte y has traído la vida incorruptible. Como el sol naciente después de una larga y oscura noche, la luz de la vida amanece contigo. Le agradezco que me vea. Me alegro de que pregunte por mí. Te doy las gracias por amarme. Llena mi corazón con tu paz y tu alegría pascual. Llena mi corazón con tu luz divina.
Rezamos con todos los cristianos por la paz en este mundo. Supera el odio y la muerte con tu presencia. Rezamos por el fin de la violencia en Ucrania. Rezamos para que se silencien las armas y prevalezca la misericordia. Ten piedad de todo ser humano que tenga que sufrir. Devuelve la humanidad a los corazones petrificados. Tengan piedad de todos nosotros. Amén.
Gracias por escucharme. Que Dios te bendiga en espíritu, alma y cuerpo.